Juzgan a una falsa esteticista por destrozar la cara a una mujer en Calvià

"Yo creía que ella era médico, pensaba que iba a morir, tuve mucho dolor de cabeza", ha manifestado hoy la perjudicada

 

Una falsa esteticista de origen eslovaco ha sido juzgada en Palma por una negligencia profesional por estropear el rostro a una mujer entre 2007 y 2010 tras someterla a varios tratamientos de belleza de rejuvenecimiento facial en Eivissa, Alemania y Santa Ponsa, sin tener la titulación necesaria.

 

La sospechosa le inyectó en la cara un material de carácter orgánico llamado bioalcamid, cuya comercialización está prohibida en España desde 2008, y también le realizó un estiramiento de la piel mediante un tratamiento de implantación de hilos aptos por debajo de la dermis. 

 

Tras esta intervención invasiva, la paciente empezó a tener complicaciones. Sufrió infecciones, atrofias, decoloraciones y abscesos, por lo que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente hasta en tres ocasiones para que le extrajeran el material que la acusada le había implantado. Su cara quedó completamente desfigurada.

 

"Un doctor me sacó los hilos de la cara, había mucha pus. Encontró un hilo de nylon de cinco centímetros de longitud de color azul. Tengo uno en el bolsillo. El médico me dijo que es un problema porque estos hilos se infectan y se llenan de pus. La cara se me hinchó, tuve un absceso del tamaño de un huevo. En Múnich, otro doctor me dijo: ´su cara no tiene arreglo´", ha asegurado hoy la perjudicada, originaria de Alemania.

 

"Yo creía que la acusada era médico, ella me facilitaba antibióticos orales. Pensaba que iba a morir, tuve mucho dolor de cabeza. No podía pensar de tanto dolor de cabeza. Pagué unos 65.000 euros por los tratamientos", ha añadido la víctima, que arrastra secuelas estéticas valoradas en 18 puntos por el forense.

 

La falsa esteticista está acusada un delito de lesiones imprudentes y otro de intrusismo profesional. La fiscalía solicita para ella un año y tres meses de prisión, más de 40.000 euros de indemnización y la prohibición de ejercer cualquier profesión relacionada con la estética durante tres años.

 

Su hija también se ha sentado hoy en el banquillo de los acusados como supuesta cooperadora necesaria por intrusismo profesional, cargos que le imputa únicamente la acusación particular.

 

Madre e hija solo han respondido hoy en el juicio a las preguntas de su abogado defensor. La joven alemana ha negado haber trabajado en un centro de belleza en Eivissa y se ha desvinculado de los tratamientos. En cambio, su progenitora ha explicado que cuenta con un certificado que la faculta para implantar hilos aptos por debajo de la dermis.

 

La principal encausada ha detallado que en 2007 trabajaba en un centro en Eivissa y que allí no se hacían operaciones de estética. La mujer ha señalado que en esa época realizó a la paciente en Eivissa un tratamiento de ácido hilaurónico con ampollas que se mezclan con cremas y se dan "masajes" en la piel. En 2008, la clienta se fue a vivir a Colonia, en Alemania, y allí le implantó los hilos aptos.

 

Luego, en 2009, la perjudicada se trasladó a residir en Santa Ponsa. "En Mallorca, repetimos el mismo tratamiento que hicimos en Eivissa con ácido hilaurónico y las cremas. Ella estaba muy contenta con nosotros y nuestros productos antiedad", ha recalcado la acusada.

 

Cuando la víctima concertó la primera cita en Eivissa, pensaba que era "una consulta de médicos". La perjudicada confirmó que en 2008 en Colonia la esteticista le implantó los hilos aptos en la cara. En 2009, repitió ese tratamiento de los hilos, junto con las inyecciones de bioalcamid en Mallorca. "Realizó el tratamiento en mi casa, su casa, un segundo piso y también en una habitación en el hotel Portitxol", ha indicado la víctima.

 

"Luego se inflamó mucho, tenía como un huevo en la cara", ha recordado la mujer, que tuvo que ir a otros médicos y al hospital.

 

El forense ha confirmado que este tipo de intervenciones son tratamientos médicos, operaciones quirúrgicas que solo las tienen que realizar los médicos, como también prescribir antibióticos. El perito ha recalcado que el certificado de la acusada no es ningún título médico. "No sé para que la faculta", ha reconocido. El especialista también ha concluido que las infecciones que tuvo la paciente se debieron a un mal tratamiento.